El teatro del ser

Hamlet



Hola a todas y todos y bienvenidos a Reescribiendo la piel. La entrada de hoy va dedicada al clásico literario por excelencia, Hamlet. Todos hemos oído hablar sobre esta historia, es imposible escapar de la típica frase de manual, “ser o no ser, esa es la cuestión”. Una tragedia de venganza, envuelta en misterio desde su origen que es mucho más que un brillante soliloquio, entre sus páginas encierra ocurrentes diálogos construyendo un claro reflejo del contexto en qué fue creada mientras la acción no da tregua, con Hamlet el drama está servido.

El periodo en que esta trama vió la luz no se caracteriza precisamente por su tranquilidad y estabilidad, mas bien fue escena de importantes cambios que marcaron un antes y un después en la sociedad, esto sin duda se reverbera en cada página, en especial dentro de los monólogos que protagoniza este melancólico príncipe, quién se cuestiona sobre absolutamente todo lo que hace, si realmente son correctas las decisiones que va tomando y de qué forma le posicionan. Puede que el debate sobre qué modelo de universo es el correcto, o cómo la sociedad avanza intentando dejar atrás los tiempos más bélicos nos quede remotamente lejos, pero es inevitable no sentirse identificado con al menos una mínima parte de lo que el Shakespeare pone en escena.

Vovería loco al culpable, horrorizaría al inocente,

Confundiría al ignorante, asombrado

Todas las facultades del ver y del oír. Yo, sin embargo,

Un canalla, insensible, miserable, forjado en barro

Como Juan don Sueños, preñado de indiferencia

Y sin decir nada. Nada, ni por un rey

Sobre cuyo más preciado bien y queridísima vida

Callera la destrucción… ¿Soy un cobarde?

¿Nadie me llama villano?¿Nadie me parte la crisma

                                                                      [en dos?]

¿Nadie me arranca la barba tirándomela a la cara?

¿O me tira de la nariz?¿Nadie me arroja el mentís

A la garganta mentiéndomela hasta el pulmón?¿Nadie?

¡Ha!

¡Sangre de Cristo!¡Tendría que aguantarmelo! No

                                                                [tuviera yo]

Los hígados de paloma y me faltara la hiel

Para amargar esta ofensa y ya hubiera cebado

Todas las rapaces carroñeras del mundo

Este tipo de intervenciones pretenden ser descabezadas, fruto de los desvaríos de un loco, cuando en verdad plasman preocupaciones aún presentes hoy en día. Por otra parte me ha resultado bastante irónico que el personaje de Hamlet sea leído socialmente como un loco, atrapado en el pasado y consumido por los recuerdos de un tiempo en el que fue más feliz, sin embargo, puede que sea el más lúcido de todos, incluso en sus conversaciones con el resto de personajes juega de una forma muy ingeniosa con el lenguaje, dejándoles en evidencia delante del espectador, pero sin que realmente lleguen a comprender lo que ha querido decir, como cuando compara mentir con tocar la flauta, una alegoría extraña pero ingeniosa.

No puedo comentar Hamlet y no mencionar el caos que entrañan sus tiempos internos, tan pronto es pleno día como que está amaneciendo, por no hablar de que en lo que parece que a lo sumo ha pasado un día de pronto son años, todo ello envuelto en una atmósfera dramática inquebrantable. Literalmente siento que me he bebido la trama, o más bien, ella me ha embebido a mi, por muchas cosas que ya hubiese oído sobre ella nada se ha acercado a lo que finalmente he encontrado, una tragedia con 3 vengadores, acciones que desencadenan otras a su vez y sin descanso. Una debacle protagonizada por amistades, amores y traiciones que llega a su punto culmen cuando ya no queda ni una hoja por pasar.


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