Ontología con Hamlet

 


Todos los acontecimientos me acusan

Y espolean mi torpe venganza. ¿Qué es el hombre,

Si el mejor uso y disfrute de su tiempo

Es dormir y comer? No más que una bestia.

Cierto que quien nos creó con tan gran juicio,

Abarcando el pasado y el futuro, no nos otorgó

Este don del cielo para que quedara enmohecido

Por no usarlo, Y sea por bestial olvido

O por algún temeroso escrúpulo que me hace meditar

Con demasiada minuciosidad los efectos

Divídase mi pensamiento en cuatro partes y tres

                                                                           [serán

De cobardía y solo una de prudencia aún no sé

Como vivo para decir esto ha de hacerse≫,

Cuando me sobran motivos, voluntad, fuerza y medios

Para hacerlo. ¡Ejemplos hay, palpables como la tierra 

                                                                           [misma,

Que me exhortan: he ahí ese ejército tan numeroso e 

                                                                     [imponente

Dirigido por gentil y delicado príncipe

Cuyo espíritu, henchido por la gloria de la ambición,

Hace mofa del incierto porvenir

Exponiendo lo que es frágil y mortal

A la misma muerte, fortuna, y peligros; y todo

Por una cáscara de huevo! Verdaderamente, ser grande

No consiste en atormentarse por nada. Muy al 

                                                                        [contrario:

Ser grande es batirse por la más leve causa

Cuando el honor está en juego. ¿Y yo?¿Qué haré yo?...

Mi padre asesinado, mi madre deshonrada,

Motivos para la razón o la sangre,

Duermo... solo duermo, mientras contemplo, para

                                                            [mi vergüenza,

La muerte segura de veinte mil soldados,

Solo por la ilusión de un día de gloria,

Caminando hacia su tumba como hacia un lecho,

Peleando por un trozo de tierra, en el que apenas

Hay sitio para las fosas de los que allí

Caigan muertos. ¡De sangre serán, en adelante,

Mis pensamientos! ¡O no serán nada!


Este fragmento del acto IV pertenece a uno de los soliloquios interpretados por Hamlet. De forma constante se pregunta sobre la venganza que pretende llevar a cabo, replanteándose en qué posición moral le deja. No se debe pasar por alto que el personaje melancólico, qué es encarnado por este singular príncipe, se caracteriza por ser el "personaje veleta".

Dejando de lado el aspecto más técnico, diré que el discurso no ha perdido fuerza con el paso del tiempo, todavía se puede extrapolar a nuestra realidad, al fin y al cabo, es principalmente existencialista, cuestiona lo que incentiva sus acciones y a la vez qué es lo que le frena a la hora de materializar las decisiones que en un momento dado tomó. Actualmente podría verse como una apelación a esos planes que siempre tenemos en mente, deseando que llegue el momento perfecto, pero que nunca lo hace. Personalmente, me ha recordado a la incertidumbre que sentía cuando cursaba la ingeniería, sabía perfectamente que ese no era mi camino, pero a la vez me negaba a abandonar la seguridad que me ofrecía, atrapada en un quiero y no puedo constante del que me llevó casi todo el curso desprenderme. A veces en la vida hay que arriesgarse, cómo en el póker, a un todo o nada.

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