El privilegio del deseo


Supe las horribles desgracias que sucedieron a la señora baronesa y a la hermosa Cunegunda, y júrole a usted que no ha sido menos adversa mi estrella. Cuando usted me vio era yo una inocente, y un capuchino, que era mi confesor, me engañó con mucha facilidad; las resultas fueron horribles, y me vi precisada a salir del castillo, poco después que le echó a usted el señor barón a patadas en el trasero. Si no hubiera tenido lástima de mí un médico famoso, me hubiera muerto; por agradecérselo, fui poco después la querida del tal médico, y su mujer, endiablada de celos, me aporreaba sin misericordia todos los días. Era ella una furia; él, el más feo de los hombres, y yo, la más desventurada de las mujeres, aporreada sin cesar por un hombre a quien no podía ver. Bien sabe usted, señor, los peligros que corre una mujer desapacible que se ha casado con un médico: aburrido el mío de los rompimientos de cabeza que le daba su mujer, un día, para curarla de un resfriado, le administró un remedio tan eficaz que murió en dos horas, presa de horrendas convulsiones. Los parientes de la difunta formaron causa criminal al doctor, el cual se escapó, y a mí me metieron en la cárcel; y si no hubiera sido algo bonita, no me hubiera salvado mi inocencia. El juez me declaró libre, con la condición de ser el sucesor del médico, y muy en breve me sustituyó por otra; me despidió sin darme un cuarto, y tuve que proseguir en este abominable oficio que a vosotros los hombres os parece tan gustoso y que para nosotras es un piélago de desventuras. Víneme a ejercitar mi profesión a Venecia. ¡Ah, señor, si se figurara usted qué cosa tan inaguantable es halagar sin diferencia al negociante viejo, al letrado, al gondolero y al abate; estar expuesta a tanto insulto, a tantos malos tratamientos; verse a cada paso obligada a pedir prestada una falda para hacérsela remangar por un hombre asqueroso; robada por éste de lo que ha ganado con aquél, estafada por los alguaciles y sin tener otra perspectiva que una horrible vejez, un hospital y un muladar, confesaría que soy la más desgraciada criatura de este mundo! Así descubría Paquita su corazón al buen Cándido, en su gabinete, en presencia de Martín, quien dijo: Ya llevo ganada, como usted ve, la mitad de la apuesta. Habíase quedado fray Hilarión en el comedor, bebiendo un trago mientras servían la comida. Cándido le dijo a Paquita: Pero si parecías tan alegre y tan contenta cuando te encontré; si cantabas y halagabas al teatino con tanta naturalidad, que te tuve por tan feliz, ¿cómo dices que eres desdichada? ¡Ah, señor, respondió Paquita, ésa es otra de las lacras de nuestro oficio! Ayer me robó y me aporreó un oficial, y hoy tengo que fingir que estoy alegre para agradar a un fraile. No quiso Cándido oír más, y confesó que Martín tenía razón.


La historia de Paquita es solo una de las tantas desgracias narradas a lo largo de Cándido, un mundo que supuestamente es la mejor versión que puede ser y que sin embargo sólo ofrece sufrimiento a quién lo habita. La diferencia entre las experiencias vitales de hombres y mujeres son abismales, mientras las de ellos se limitan a la pérdida material, de posición social o de algún ser querido, ellas no solo sufren eso, sino que además son violadas e incluso, obligadas a prostituirse. Durante la lectura no he dejado de sorprenderme por un patrón común entre las desgracias que narran, si son separadas de su familia a la fuerza abusan de ellas antes de que se dediquen a la servidumbre, cuando eso ya ha sucedido, lo común es que se conviertan en amantes del amo. La mujer es tratada como objeto sexual, siempre complaciente, siempre al servicio del hombre. Su único objetivo es ser amada y complacer a quién la necesite. Paquita en su relato, solo tiene valor sexual, da igual lo que sienta o deje de sentir, cuáles sean sus deseos, inquietudes o propósitos, describe un mundo gobernado por hombres en el que la belleza marca el valor de mercado, no hay opción si se es mujer.

Los retazos de la vida de Cunegunda que Voltaire deja a la vista del lector escenifican a la perfección lo que quiero decir con lo anterior. Comienza perteneciendo a una buena familia, siempre se habla de su apariencia, alagandola sin parar ¿ y de su inteligencia? Cuando se enamora de Cándido de nada sirve lo que ella sienta por él, si el matrimonio no aporta nada a la familia se convierte en algo impensable. Desde que sale de Vestfalia hasta que se reúne con su amado no solo es degradada en lo que a privilegios sociales se refiere, sino que además es tratada como objeto, sus amos desean sus favores y los consiguen, su único trabajo es, de nuevo, servir y debe estar agradecida, pues su belleza es lo que en teoría le salva. En Argentina se ve en el deber de obedecer a los deseos del gobernador de Buenos Aires. Si saltamos al final del cuento, Cunegunda es desprestigiada porque ya no es bella, ha perdido todo su valor, Cándido ha perdido su "afecto" hacia ella, si es que se le podía llamar así y además se la considera una "amargada", esto resulta sorprendente para el protagonista, pues al fin y al cabo, le está haciendo un favor, ya nadie se querría casar con ella. 


Volviendo a hablar de lo que es Cándido en líneas generales, creo que la canción DÉJÀ VU de Natos y Waor ft Recycled J encaja bastante con la dinámica de la obra en general. Voltaire compuso la obra con un propósito crítico, esta canción habla directamente de la desgracia de la vida y la crítica al poder también está muy presente, solo que llevada al presente.


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