Una mirada crítica
Artículos de Larra : Yo quiero ser cómico, En este país, ¿Entre qué gentes estamos?, La vida de Madrid, Un reo de Muerte, Texto programático. Artículo de Larra
Hola a todas y todos y bienvenidos a Reescribiendo la piel. En la entrada de hoy hablaré de un gran referente en cuanto a artículos se refiere, Mariano José de Larra. En una época marcada por la censura el pseudónimo era la mejor protección para el autor, por lo que no se llega a conocer el total de artículos que llegó a escribir en vida, aunque seguramente sean muchos más de los que ya se le atribuyen actualmente. Para esta ocasión he seleccionado cinco: Yo quiero ser cómico, En este país, ¿Entre qué gentes estamos?, La vida de Madrid, Un reo de Muerte, Texto programático. Artículo de Larra
Tras la lectura y análisis de los textos anteriormente mencionados me he quedado con una sensación ambigua. Por un lado me parecen unas críticas totalmente coherentes y necesarias, además de estar elaboradas de una forma muy ingeniosa. Permiten distinguir el tono de censura hacia ciertos comportamientos y realidades sin resultar engorrosas, gracias al tono humorístico con el que han sido concebidas (exageraciones, objetos que caracterizan personajes), así como el hecho de estar introducidas mediante un mini relato. Pero por otro lado, encuentro los artículos algo chirriantes, la sensación de superioridad moral que me transmiten algunos de ellos, que a veces me recuerda a los que hoy en día critican a los jóvenes más por desconocimiento o por reticencia al cambio que por motivos contundentes -situación que se repite generación tras generación-. He de reconocer que lo que digo no suele verse explícitamente, aunque si hay algún ejemplo que otro, es el caso de ¿Entre qué gentes estamos? donde el tono crítico tiene en ocasiones un matiz clasista:
-¿Se puede ver al señor tal? -dice usted en una oficina.
Y aquí es peor, pues ni siquiera contestan «no»; ¿ha entrado usted?: como si hubiera entrado un perro. ¿Va usted a ver un establecimiento público? Vea usted qué caras, qué voz, qué expresiones, qué respuestas, qué grosería. Sea usted grande de España; lleve usted un cigarro encendido. No habrá aguador ni carbonero que no le pida la lumbre, y le detenga en la calle, y le manosee y empuerque su tabaco, y se lo vuelva apagado. ¿Tiene usted criados? Haga usted cuenta que mantiene unos cuantos amigos, ellos llaman por su apellido seco y desnudo a todos los que lo sean de usted, hablan cuando habla usted, y hablan ellos... ¡Señor! ¡Señor! ¿Entre qué gentes estamos? ¿Qué orgullo es el que impide a las clases ínfimas de nuestra sociedad acabar de reconocer el puesto que en el trato han de ocupar? ¿Qué trueque es éste de ideas y de costumbre?
Aunque las situaciones retratadas no son excusables y merecen ser criticadas, el enfoque argumentativo no creo que sea el adecuado. No quisiera con esto quitar mérito al autor, al fin y al cabo, era otra época y bajo la perspectiva actual hay cosas que envejecen mejor que otras y no por ello deben ser censuradas, toda luz tiene sus sombras.
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