La verdad de la mentira, una novela ejemplar
Novelas ejemplares II Cervantes
El casamiento engañoso
De los dos títulos, sin duda mi favorito, con un ritmo frenético cuenta las mentiras y a su vez las va destapando, pues ironías de la vida, el mentiroso acaba cayendo en su propio juego presa de una especie de Karma entre "enamorados", aunque más bien describiría la relación con un "por el interés te quiero Andrés", en el que finalmente ninguno consigue su propósito, pero tampoco pierden más de lo ganan.
Cuando la narración queda a cargo de un mentiroso de manual, la tarea de discernir entre la verdad y la mentira se complica, y aquí es dónde Cervantes decide jugar con el lector:
一 Yo no me quejo 一 respondió el Alférez 一, sino lastímome; que el culpado no por conocer su culpa deja de sentir la pena del castigo. Bien veo que quise engañar y fui engañado, porque me hirieron por mis propios filos; pero no puedo tener tan a raya el sentimiento que no me queje de mí mismo.
No contento con esto, el autor lleva la historia más allá al utilizar el final como hilo conductor hacia la siguiente novela.
El coloquio de los perros
Frente al dinamismo del que en mi opinión hace gala la anterior novela, esta se hace mucho más lenta y no necesariamente por la falta de acción, sino por la multitud de detalles que se necesitan para no perderse en la cantidad ingente de tramas que se entremezclan en la narración.
La historia podría resultar completamente plausible de no ser por el hecho de que son dos perros los que la protagonizan, un acontecimiento imposible en su totalidad, pero tan bien argumentado que verdad y mentira de nuevo se entremezclan.
Una verdad te quiero confesar, Cipión amigo: que me dio gran temor verme encerrado en aquel estrecho aposento con aquella figura delante, la cual te la pintaré como mejor supiere. Ella era larga de más de siete pies; toda era notomía de huesos, cubiertos con una piel negra, vellosa y curtida; con la barriga, que era de badana, se cubría las parte deshonestas, y aun le colgaba hasta la mitad de los muslos; las tetas semejaban dos vejigas de vaca secas y arrugadas; denegridos los labios, traspillados los dientes, la nariz corva y entablada, desencantados los ojos, la cabeza desgreñada, las mejillas chupadas, angosta la garganta y los pechos sumidos; finalmente, toda era flaca y endemoniada.
Esta descripción en particular me ha gustado por lo caricaturesco que resulta, casi me la he podido imaginar como un dibujo animado, además que la escena dentro de la que se encuentra resulta bastante cómica.
Os invito a visititar la Discooperīre en relación a una de estas novelas ejemplares.
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